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17 abril 2020 • 12:00

Idioma: castellano

Fernando Savater, escritor y profesor de filosofía Fernando Savater, escritor y profesor de filosofía

Donostia Kultura puso en marcha DK Etxean en la primavera de 2020, durante el periodo de confinamiento por la Covid-19, con el objetivo de seguir apoyando la creación cultural. Este texto forma parte de Koadernoa, programa en el que escritores/as locales crearon relatos breves para publicarlos en www.donostiakultura.eus.

Juguetes

Los que gozamos de la tranquilidad de no tener obligaciones sanitarias o laborales durante esta cuarentena y permanecemos encerrados en casa sin otra preocupación que evitar el hastío tenemos múltiples juguetes para entretenernos. Pero son juguetes de adultos, no juguetes puros como los de los niños.

¿Qué diferencia hay entre unos y otros? Pues que los niños nunca juegan para "matar el tiempo". Cuando se ponen a jugar el tiempo no es su enemigo, salvo que los mayores les impongan horarios ajenos a su gusto. Al contrario, los niños reviven el tiempo, lo llenan de vida, lo inflan con un gas gozoso que se va escapando de manera embriagadora sin que ningún minutero pueda apresarlo. Cuando un niño juega de verdad, no sabe si lleva cinco minutos o cinco horas: esas categorías del timing adulto poco tienen que ver con él. Lo mismo les ocurre a los artistas: no pintan, escriben o componen música para matar el tiempo, sino que lo trascienden, lo convierten en materia creadora y se les olvida si ha sonado la hora de comer o la de acostarse. Los niños que aún lo son de veras y los artistas juegan en serio, como Platón dijo que hacen los filósofos...

Esta cuarentena es una buena ocasión para ver si podemos utilizar tantos nuevos juguetes como hoy tenemos a nuestro alcance al modo de niños o artistas. Da igual que el juguete sea un smartphone, una videoconsola, un lápiz y un papel o sencillamente una ventana para vigilar las nubes que pasan sin hacernos caso. Los que no padezcan esta pandemia de modo clínico, los que permanezcan sanos pero enclaustrados en sus casas y en muchas ocasiones solos, pueden aprovechar la circunstancia insólita para volver a inventar el juego en sus vidas.

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